domingo, 27 de enero de 2008

EL PROCESO DE RECONSTITUCION DEL PARTIDO


Informe del Comité Central al I Congreso del PCE (m-l), Junio de 1973
Camaradas: Al celebrar nuestro 1 Congreso, después de casi nueve años de la reconstitución de nuestro Partido sobre la base del marxismo-leninismo, se impone trazar a grandes rasgos las líneas generales de nuestra lucha contra el revisionismo en el interior de la organización carrillista, el proceso de formación de los grupos marxistas-leninistas, su unificación en el Partido Comunista de España (marxista-leninista), y la ininterrumpida lucha que hemos llevado a cabo contra el revisionismo, en todos los terrenos, desde entonces.

Nuestra lucha contra el revisionismo moderno, se inicia a raíz del XX Congreso del P.C.U.S., en el que, por primera vez, se plantearon de manera sistemática y abiertamente, posiciones revisionistas que la camarilla de Carrillo-Ibarruri apoyaron y defendieron, y en las que se basaron para sistematizar su propia política revisionista y de colaboración de clases en España.

Cuando se celebró el XX Congreso del P.C.U.S., en 195ó, los militantes del Partido no tuvimos conocimiento exacto de las aberraciones planteadas en aquel Congreso por Jruschov y su camarilla, pues la dirección del Partido, que ya era revisionista, se cuidó mucho de ocultarla. Sin embargo, por diferentes conductos nos fueron llegando las posturas adoptadas en dicho Congreso, contrarias en lo esencial a los principios del marxismo-leninismo. Así, por ejemplo, la interpretación jruschoviana de la "coexistencia pacífica", los criminales ataques y calumnias contra el camarada Stalin (que en el fondo significa la negación de la dictadura del proletariado, so pretexto de combatir el "culto a la personalidad"), provocaron malestar y descontento en las filas de nuestro Partido.

En aquella ocasión, muchos camaradas fueron expulsados o apartados por la camarilla Carrillo-Ibarruri acusados de "anti-Partido” Sin embargo no teníamos todavía las ideas claras, no veíamos bien a dónde conducían aquellas posturas del XX Congreso, que se reflejaban en nuestro Partido y en nuestra actividad en España. Nos dábamos cuenta de que nuestra lucha no correspondía a los intereses vitales de nuestro pueblo, de la revolución en España, pero no podíamos sistematizar nuestras inquietudes por falta de información, porque la dirección del Partido nos mentía, tergiversaba los hechos, encubría con una fraseología pseudo revolucionaria sus posturas cada vez más claudicantes y antimarxistas-leninistas.

Pese a las dificultades que encontrábamos para procurarnos textos, ya por entonces se empezó a crear un espíritu de estudiar a Lenin, de comparar los planteamientos básicos del marxismo-leninismo con las directrices que nos daba la dirección y con la política que ésta preconizaba. Empezamos a ver con más claridad los problemas, pero todavía éramos incapaces de enfrentarnos abiertamente con la dirección carrillista, pues confundiamos la disciplina organizativa con la fidelidad al marxismo-leninismo, identificábamos el grupo dirigente de Carrillo-Ibárruri, con el glorioso Partido de José Díaz, Checa, etc., y además, no se daban las condiciones necesarias para plantear una lucha ideo1ógica, pues la gran mayoría de los militantes, adormecidos por largos años de práctica revisionista, inconscientes, no se daban cuenta del camino que la dirección del Partido nos hacía recorrer.

Hay que tener en cuenta, también, que en aquel entonces los dirigentes del Partido contaban con gran prestigio, tanto en España como en el mundo, y había figuras como la de Ibárruri que se había llegado a constituir en mito, en un personaje de leyenda "intocable". Costaba trabajo creer que militantes como Pasionaria, Líster, Modesto y otros, conocidísimos de nuestro pueblo, hubieran traicionado su pasado de luchadores, de dirigentes revolucionarios. Se presentaban y los aceptábamos, como los "herederos espirituales" del camarada José Díaz y contaban con gran prestigio que no les venía de su capacidad teórica que era y es bastante baja, sino de haber sido militantes revolucionarios que durante nuestra guerra contra el fascismo habían tenido, en general, una actuación correcta y a veces heroica. Por supuesto, no metemos entre estos a Santiago Carrillo cuya trayectoria ha sido siempre la de un vil y marrullero oportunista, que siempre estuvo en la retaguardia y que por aquel entonces no era conocido más que por los militantes del Partido, y esto bastante mal.

Sin embargo, insistimos en que fue a raíz del XX Congreso del P.C.U.S. cuando se pueden situar las divergencias en el seno del Partido, pues cuatro meses después de dicho Congreso, el Comité Central elaboró su política de "reconciliación nacional".

Nuestras divergencias, tímidas y confusas en un principio se fueron agravando a medida que íbamos tomando conciencia de los problemas. Con motivo del VI Congreso del Partido, enero del 19ó0, las divergencias tomaron un carácter más virulento, más claro y definido. Aquel Congreso fue convocado sin que los militantes del Partido supiéramos nada, sin que hubiera la menor participación de la base en él, sin conocer los textos que se iban a presentar y las modificaciones que se iban a introducir, entre otras cosas, el abandono de la lucha por la independencia nacional, de la lucha patriótica contra el imperialismo yanqui. Aquel fue el Congreso de una camarilla de revisionistas, convocado a espaldas del Partido para evitar "problemas"; fue el "Congreso" que aprobó un Programa totalmente revisionista, el que lanzó, abiertamente, la política de "reconciliación nacional", que no era más que la versión española de la "coexistencia pacífica" de Jruschov y sus acólitos, y que según declaró el mismo Carrillo, contra toda 1ógica, contra todas las experiencias conocidas y los principios claramente establecidos por Marx, Engels, Lenin y Stalin:

"... tiende a que la lucha de clases se desarrolle dentro de 1a democracia, sin guerras civiles ni violencias sangrientas..."


A raíz del VI Congreso, algunos camaradas que ocupaban responsabilidades intermedias en el Partido, empezaron a organizarse para librar la batalla ideo1ógica contra Carrillo y su camarilla, pues habíamos comprendido que no era posible llegar a compromiso alguno con ellos, ya que trataban de llevar al Partido por el camino de la colaboración de clases, del revisionismo continuamente combatido por Lenin y Stalin.

¿Que representaba la "reconciliación nacional"? La lucha de clases sin violencia revolucionaria, la lucha de clases dentro de la "democracia" ¡franquista!. Ahora bien, como dice Lenin:

"Todos los subterfugios, los sofismas, las viles falsificaciones de que se vale Kautski, le hacen falta para rehuir la revolución violenta, para ocultar que reniega de ella, que se pasa al lado de la política obrera liberal, es decir, al lado de la burguesía. "

Carrillo y su camarilla, efectivamente, se pasaron abiertamente al lado de la oligarquía en el Poder. Posteriormente han sistematizado mucho más esta política, con su "pacto para la libertad", como veremos. Pero además, al preconizar que se desarrollase la lucha de clases "dentro de la democracia” Carrillo estaba ocultando el carácter virulentamente fascista de la dictadura, la estaba embelleciendo, adornándola con los ropajes de la democracia burguesa, que ni existía ni existe en España. Por aquella época empezaron a salir documentos y escritos de Carrillo y sus comparsas hablando de la necesidad de luchar dentro de los marcos del "civismo", en un "terreno pacífico”, de "transición pacífica", "sin guerras civiles ni violencias sangrientas", etc., etc.

Estos planteamientos, totalmente revisionistas, no resisten la confrontación con cualquier cita de Lenin respecto al problema de la lucha de clases y de la violencia.

Dice Lenin:

"Los pueblos no pasan en vano por la escuela de la guerra civil. Es esta una escuela dura y en su programa, si es completo, entran también, inevitablemente, los triunfos de la contrarrevolución, la furia de los reaccionarios que ya se creían perdidos, el ajuste de cuentas feroz del viejo Poder con los revolucionarios. Pero solo los pedantes declarados y las momias de sesos enjutos pueden lloriquear lamentándose de que los pueblos pasen por esta escuela llena de tormentos. Esta escuela enseña a las clases oprimidas a hacer la guerra civil y les enseña cómo triunfa la revolución" (“Material inflamable en la política mundial").

Esta cita del gran Lenin, que es aplicable para cualquier país, tiene mayor significado en un país como el nuestro, que ha pasado tres años de lucha contra el fascismo, que sufre hoy todavía ese mismo fascismo y sus secuelas de persecuciones, torturas, muertes, encarcelamientos. Pero la camarilla de Carrillo-Ibárruri quería precisamente que todo eso fuera olvidado,

Quería que sobre el período mas heroico de nuestra Historia se hiciese, como ellos mismos declararon en 1965, "cruz y raya", querían cancelar, según su propia expresión "siglo y medio de guerras civiles". Lo que significa la "reconciliación nacional" carrillista, está archiclaro para los marxistas leninistas hoy, y para las amplias masas de nuestro pueblo. No cabe duda de que el señor Carrillo es, como decía Lenin, una "momia de sesos enjutos".

Pero no fue únicamente en torno a la cuestión de la "reconciliación nacional" que empezamos a organizarnos los marxistas-leninistas para librar la batalla ideo1ógica en el seno del Partido contra la dirección revisionista. Esta, si fue una de las cuestiones fundamentales, no fue la única.

En nuestra aguda y tenaz lucha contra Carrillo y sus acó1itos, ocupó un lugar importante la defensa del camarada Stalin, criminalmente calumniado e insultado. La dirección del Partido, siguiendo la batuta jruschoviana, renegó abiertamente del camarada Stalin y se lanzó a una serie de abominables ataques contra él, cuya esencia era abiertamente anticomunista. Para los comunistas españoles, Stalin es un gran marxista-leninista, un gran dirigente revolucionario, el continuador de Lenin, el hombre que durante muchos años ha estado a la cabeza del primer país socialista del mundo, el hombre que supo dirigir a su pueblo en la lucha a muerte contra el nazismo hitleriano
hasta derrotarlo, el hombre que desarrol1ó el socialismo en la URSS y dio
fundadas esperanzas a todos los pueblos del mundo sobre su futuro. Además, para los comunistas españoles, Stalin es el camarada que en los difíciles momentos de nuestra guerra nacional revolucionaria contra el fascismo, envió su generosa ayuda a nuestro pueblo, el que declaró:

"Liberar a España de la reacción fascista no es un asunto privativo de los españoles, sino la causa común de toda la humanidad avanzada y progresiva."

Carrillo-Ibárruri y su equipo de renegados, lanzaron desenfrenados ataques contra el camarada Stalin, sin el más mínimo pudor ni vergüenza. Ellos, que en vida de Stalin lo habían glorificado, que no regateaban los calificativos ditirámbicos hasta caer en lo grotesco, después de su muerte lo insultaban y denigraban cobardemente. Aquello también fue un acicate para los marxistas-leninistas; en todo el Partido se produjo un movimiento de protesta y de repulsa hacia los renegados que atacaban tan vilmente a Stalin.
Nosotros, los marxistas-leninistas, defendemos a Stalin hoy como ayer, contra todos aquellos que, ya sean revisionistas, trotskistas o renegados, lo atacan vilmente. Stalin es un gran marxista-leninista que pertenece a todos los pueblos del mundo, y su defensa es una piedra de toque que distingue a los revolucionarios de los contrarrevolucionarios, se disfracen estos como sea.

¿Que Stalin cometíó errores? No lo dudamos, pero ¿que dirigente no los ha cometido? Y, ¿que pesa más? ¿Sus errores" o su inmensa labor revolucionaria, política, teórica, organizativa? La respuesta no admite dudas. Es más, nosotros proclamamos que aquel que se diga comunista y no defienda la memoria, del gran Stalin, no es más que un renegado y Un oportunista.

Junto a los ataques contra Stalin, Carrillo y Cía. empezaron a lanzar toda una serie de venenosos ataques contra la Albania Socialista y la China Popular. Esos ataques y calumnias ya los han refutado magistralmente nuestros camaradas chinos y albaneses, para que nosotros entremos aquí en detalle, pero en aquellos momentos comprendimos también que la dirección del Partido estaba traicionando el internacionalismo proletario. Mientras alababan melosamente a los reaccionarios mas negros, del tipo de los Ruiz Giménez y otros como el siniestro Gil Robles, insultaban rastreramente a dos heroicos partidos que habían sabido tomar el poder gracias a su lucha, que construían el socialismo en sus países, que defendían intransigentemente los principios del marxismo-leninismo.

La lucha en el seno del Partido se iba agudizando poco a poco; poco a poco se iban creando núcleos de camaradas que se planteaban la necesidad de reconstruir el Partido, de volver a los principios del marxismo-leninismo traicionados por la dirección.

Las grandes huelgas de Asturias y otras importantes acciones obreras en la primavera del 62, la posición claudicante de Carrillo, sus maniobras para arrancar la combatividad revolucionaria de sus acciones, llegando incluso a expulsar a camaradas que habían tomado iniciativas para responder a la brutal represión policíaca, el querer limitarse al envío de peticiones al Gobierno, a los generales y obispos, etc., avivaron las discusiones en el Partido. Fueron muchos los militantes que entonces comprendieron claramente que bajo la dirección de Carrillo-Ibárruri, el Partido no era ni podía ser la vanguardia y el dirigente del proletariado español y de todas las masas explotadas y oprimidas.

Se había desnaturalizado el Partido, no solamente en lo ideo1ógico y lo político (mientras nos recomendaban el estudio de la encíclica papal de Juan XXIII, calificada de "altamente interesante" y "progresista", la militancia no tenía apenas textos de marxismo-leninismo; los jóvenes militantes conocían a Marx, Engels, etc., apenas de nombre), sino que además en su degeneración estaban convirtiendo el Partido en algo amorfo, en el que cualquiera tenía cabida simplemente por haber participado en una huelga o por dar una ayuda económica.

La lucha contra la dirección carrillista se agudizó considerablemente en 1963, en torno a la "reconciliación nacional", la vía pacífica y la violencia revolucionaria, la lucha por la independencia nacional y contra el imperialismo yanqui, el tipo de democracia que había que instaurar en España, la defensa de Stalin, el derecho a conocer y defender las posiciones de los camaradas chinos y albaneses.

Las posiciones marxistas-leninistas iban ganando terreno en del Partido y había células, incluso alguna organización de tipo regional que rechazaba las orientaciones y las posiciones carrillistas, y esto tanto en el interior del país, en Madrid, Cataluña, Euskadi, Asturias, León, Andalucía, Valencia, etc., como en las organizaciones del exterior creadas por los exiliados y los obreros emigrados, en Francia, Alemania, Suiza, Bó1gica y hasta América Latina, concretamente en Colombia.

La reacción de Carrillo y su equipo dirigente fue la típica de todos los oportunistas: empezaron a maniobrar para dividir, enviaban sus burócratas del aparato del Comité Central a todas las organizaciones, no para discutir, sino para sancionar, aislar y expulsar. No vacilaron en lanzar calumnias contra camaradas que conocían desde hacía muchos años, que sabían eran verdaderos comunistas, que habían sido incluso en algunos momentos colaboradores de la dirección. No vacilaron en utilizar el chantaje, ofrecieron prebendas, viajes de estudio a la URSS, puestos de responsabilidad, etc. Hubo muchos que cedieron a las presiones carrillistas, otros que se dejaron comprar, que se desmoralizaron y abandonaron la lucha.

Hay que tener en cuenta las grandes dificultades que encontrábamos los marxistas-leninistas en aquellos momentos. No era tarea fácil librar una lucha ideo1ógica contra un equipo que, ante los ojos de muchos, representaba a nuestro glorioso Partido, que se encubría bajo el manto de las luchas llevadas a cabo por el Partido a lo largo de su historia y que contaba con gran prestigio internacional; que de cara al exterior y a la base se presentaba como cohesionado y unido.

Frente a esta aparente fortaleza, los marxistas-leninistas empezamos a constituir grupos clandestinos dentro del Partido; organizamos el estudio de las principales obras de Lenin y Stalin, de los textos chinos y albaneses . Hubo lugares en los que el 90 por ciento de la organización defendía posturas marxistas-leninistas contra Carrillo y sus enviados, lo cual obligó a este renegado a intervenir directamente, en 1963. Ese año, Carrillo, rodeado de sus "íntimos", Eduardo García, Ignacio Gallego, Lister y otros, trató de realizar una maniobra para demostrar que en el Partido había "democracia". Una de las organizaciones del Partido fue autorizada para celebrar una Conferencia o reunión con el Comité Central, designando para ello los delegados la misma base. Pero Carrillo, al ver que todos los delegados eran los que habían defendido las posturas marxistas-leninistas, llevó por su parte a compinches suyos de otras zonas para así obtener la mayoría. Esa es la "democracia" carrillista.

Este no es más que un ejemplo de las mil maniobras utilizadas por Carrillo y sus comparsas. En todo el país se produjeron casos parecidos. Hubo organizaciones enteras que fueron aisladas, camaradas sancionados y expulsados. Pero todas esas maniobras no consiguieron frenar el ímpetu de los marxistas-leninistas que, a lo largo de esos años habían sabido organizarse en el interior del Partido, que habían establecido lazos entre sí, y que ya no se sentían solos, puesto que la polémica en el Movimiento Comunista Internacional había sido hecha pública. Sabíamos que en todos los países del mundo capitalista, los marxistas-leninistas se agrupaban y se organizaban, sabíamos que los partidos comunistas de China y Albania defendían las justas posiciones del marxismo-leninismo.


La unidad sobre la base de los principios.

Para los marxistas-leninistas estaba ya claro que no era posible continuar bajo la dirección del equipo de Carrillo. Se planteaba de manera urgente la reconstitución del Partido como vanguardia organizada de la clase obrera, como Partido leninista que supiera ponerse ala cabeza de la lucha de nuestro pueblo contra la dictadura fascista y que impulsara la lucha contra el imperialismo norteamericano.

Se planteó como era 1ógico, la cuestión de la unidad del Partido, y si era posible permanecer todavía bajo la dirección carrillista para desarrollar más aún la labor de esclarecimiento ideo1ógico entre los militantes.

Para los comunistas, la unidad del Partido es algo intocable, cada militante debe velar por esa unidad y combatir todo intento de fracción y de división. Este es un deber de todo comunista, CUANDO MILITA EN UN PARTIDO VERDADERAMENTE COMUNISTA. Ahora bien, el Partido, bajo la dirección carrillista, no era, no podía ser, un verdadero Partido. Había que distinguir entre la unidad con los revisionistas y la defensa y aplicación de los principios del marxismo-leninismo. Como dice Lenin:

"La única línea marxista en el movimiento obrero mundial consiste en explicar a las masas que la escisión con el oportunismo es inevitable e imprescindible, en educarlas para la revolución en una lucha despiadada contra él..."

Frente a esta justa tesis leninista, los revisionistas trataban de dividir a los militantes que se planteaban problemas y de mantenerlos bajo su férula, con la cantinela de la unidad "por encima de todo".

Está claro que no podíamos permanecer más tiempo bajo la dirección carrillista. Se imponía la reconstitución del Partido sobre bases marxistas-leninistas. Nuestra tarea inmediata, la de la reconstitución del Partido, pasaba por la de hacer comprender al máximo posible de camaradas honrados que aún vacilaban, que el desarrollo y el triunfo de la revolución en España, cómo en cualquier país del mundo, dependía de que hubiera un verdadero partido revolucionario del proletariado; un Partido que aplicara consecuentemente a las condiciones concretas del país el marxismo-leninismo; que supiera ligarse estrechamente a las masas populares para encabezarlas y dirigirlas en su lucha, arrancándolas de los cauces pacifistas y desmovilizadores en que las había encerrado Carrillo; un Partido que utilizara métodos y formas marxistas-leninistas y no revisionistas y burguesas; un Partido cuyos militantes fueran verdaderamente combatientes de vanguardia, un Partido, en fin, que aplicara férreamente el centralismo democrático, con las limitaciones propias de la clandestinidad, que implantara a todos los niveles el método de la dirección colectiva y desechara el endiosamiento de sus dirigentes, que practicara constructivamente la crítica y la autocrítica.

Los mismos problemas, las mismas inquietudes y divergencias se manifestaban en toda la organización. En todas partes se habían agrupado los marxistas-leninistas en franca rebelión contra la línea revisionista de Carrillo-Ibárruri y sus métodos anti-Partido.

Así, a primeros de 1964 surgieron, aproximadamente por las mismas fechas (de enero a marzo), tres grupos marxistas-leninistas en el interior del país, con ramificaciones en la emigración europea. Esos tres grupos, conocidos por el nombre de sus órganos de expresión ( LA CHISPA, MUNDO OBRERO REVOLUCIONARIO y PROLETARIO), se lanzaron decididamente a la lucha ideológico-política contra la traidora línea impuesta por los revisionistas, al mismo tiempo que trataban de establecer contactos entre sí. Pero junto con los marxistas-leninistas, en los tres grupos había elementos confusos, oportunistas, trotskistas y carreristas, que pronto empezaron sus manejos y contra los que hubo que librar una aguda lucha pues, en realidad, estaban haciendo el juego de Carrillo y Cía.

Pese a ello, la existencia, formación y práctica de esos tres grupos mas uno en Colombia, supuso un rudo golpe para el revisionismo y un rayo de luz para los verdaderos comunistas.

La caracterización de los cuatro grupos, se pueden resumir de la siguiente manera:


"LA CHISPA"

Compuesto en más de un 95 por ciento de militantes del Partido, algunos veteranos de la guerra y algunos cuadros medios, contaba con una extracción de clase de más del 90 por ciento proletaria. Su implantación se centraba en Madrid, Cataluña, Andalucía y Suiza. Era el grupo más cohesionado, más consecuente y el que más a fondo llevó la lucha contra el revisionismo, desde dentro del Partido. Desde un principio este grupo se dotó de una dirección colectiva, en contra de los deseos de un elemento oportunista sin principios y vividor, que quería proclamarse "secretario general" haciendo valer sus muchos años de militancia.

"MUNDO OBRERO REVOLUCIONARIO"

Fundamentalmente de extracción proletaria, predominaba la militancia de reciente ingreso, en España, unida a la de viejos militantes en Francia. A su cabeza se colocó un aventurero e iluminado, usando de malas artes y aprovechándose de la escasa formación teórica de los demás miembros. Entre los militantes de este grupo que rompió con el revisionismo y libró la batalla ideológica, se contaba el camarada Josó Delgado "Acero", asesinado por la dictadura en las mazmorras de Carabanchel el 13 de abril de 19ó5.

Pese a que la dirección del grupo había sido usurpada por elementos confusos y aventureros, había en este grupo camaradas que batallaron infatigablemente por conseguir la unidad con los otros grupos y que desempeñaron un importante papel para conseguirla.

"PROLETARIO"

Este grupo se formó a partir de varios núcleos antirrevisionistas, algunos de los cuales no hab ían jamás militado en el Partido. Estaba caracterizado, en un principio, por sus orígenes de clase pequeño-burgués y una gran heterogeneidad en el plano ideo1ógico. Entre sus dirigentes, se contaba un elemento en Paris, que rápidamente se desenmascaró como un trotskista y qué fue expulsado. La implantación de este grupo se situaba en Madrid, Bilbao y Paris. Pese a sus fallos y errores, este grupo desempeñó un papel positivo en su conjunto: combatió al revisionismo en varios lugares, desgajó de las filas carrillistas a un núcleo numeroso de estudiantes; participó activamente en varias acciones y. contribuyó a esclarecer el problema del carácter patriótico y antiyanqui de la revolución española.

"ESPAÑA DEMOCRATlCA"

Este grupo estaba formado por la organización en pleno de los militantes en Colombia, excepto uno. No tenía lógicamente ninguna implantación en España, y por lo tanto contribuyó escasamente al proceso de unificación entre los grupos, ya que además, los únicos contactos que se pudieron tener antes de la unificación con este grupo, se hicieron mediante correspondencia. Sin embargo, en la Conferencia de unificación participó uno de sus dirigentes.


***

Las tendencias y deseos de unidad, que habían surgido necesariamente y casi de un modo espontáneo, iban desarrollándose 1ógicamente al tratarse de grupos marxistas-leninistas que luchaban contra el revisionismo en defensa de los principios, y que querían luchar juntos en un mismo Partido. Esta era la corriente predominante y la que apoyaban los comunistas honrados de todos los grupos. La unidad se preveía después de un proceso, más o menos largo, de discusiones, de reuniones para intercambiar ideas y opiniones, y poco a poco ir estableciendo una identidad de puntos de vista, al menos sobre todos los problemas esenciales, como eran la revolución en España, su carácter y fase; la lucha antiimperialista; la lucha intransigente contra el revisionismo; la concepción leninista del Partido; polémica internacional, etc.

Pero los oportunistas y aventureros que existían en los tres grupos principales, comprendiendo que por ese camino ellos no lograrían nunca sus ambiciones personales y carreristas, se concertaron (esencialmente dos de ellos), para estimular y acelerar la unidad hasta el punto de querer hacerla sin previa discusión política, con lo cual se corría el riesgo de lograr una unidad ficticia, formal, dejando problemas esenciales sin discutir y sin lograr el mínimo necesario de identidad de puntos de vista.

Los días 3 y 4 de octubre de 1964 tuvo lugar un primer encuentro entre los delegados de los tres grupos principales. Previa a esta reunión, los marxistas-leninistas, especialmente de "La Chispa", tuvieron que librar una áspera batalla para deshacer los manejos de esos dos individuos (uno de "La Chispa" y otro de "M.O.R.") que querían a toda costa unificar ambos grupos, proclamar el Partido y colocar al de "Proletario" y al de Colombia ante el hecho consumado. Solo la firme e intransigente posición de principios de los delegados de "La Chispa" (excepto uno de los individuos señalado y otro elemento que meses después traicionó, entregó a varios camaradas a la policía y se pasó a los revisionistas) , logró impedir esa maniobra que hubiera saboteado la unidad sobre la base de los principios.

La reunión del 3 y 4 de octubre no estaba suficientemente preparada, y la discusión ideo1ógica-política que se llevó a cabo en ella fue muy escasa e insuficiente. Sin embargo, los oportunistas antes mencionados trataron de que de ella saliera una unificación completa, se designara un Comité Central y un "secretario general". De nuevo hubo que combatir esas posiciones oportunistas, lográndose que de dicha reunión sólo saliese un Comunicado de unificación formal, la edición de un sólo periódico, común a los tres grupos, que se llamaría VANGUARDIA OBRERA (que habría de facilitar el proceso de unificación real), y convocar para finales de octubre una Conferencia general, con delegaciones más amplias y representativas de los grupos.

En aquellos momentos, como ya se ha dicho, los más interesados en acelerar la unificación eran los oportunistas, porque creían que así tendríanla posibilidad de designar una dirección en la que su influencia fuera predominante. Como posteriormente se vio, a medida que esas posibilidades para ellos fueron siendo menores, sus estímulos y ansias de "unidad", se fueron cambiando por obstáculos y frenos para lograr la verdadera unidad. Pero al ser el sentimiento de unidad muy fuerte en la base de los tres grupos, el proceso unitario escapó a su control y arro1ló todos los obstáculos que planteaban los oportunistas.

La Conferencia de finales de octubre y primeros de noviembre fue preparada mucho mejor y en ella se efectuó una amplia discusión política que perfi1ó las líneas generales de una verdadera plataforma política de Partido. A la Conferencia asistieron diez delegados de cada grupo, una delegación reducida del grupo de Colombia y un delegado como observador del Partido Comunista de Colombia-(m-l), el camarada Garnica, posteriormente asesinado por la reacción en su país.

En esta Conferencia se caracterizó la etapa de la revolución y se puso el acento en la necesidad de luchar contra el yugo del imperialismo yanqui sobre España. Se decidió la fusión orgánica de los diversos grupos y se eligió un Comité Central en el que estaban presentes miembros de los cuatro grupos unificados. La elección del Comité Central fue objeto de algunas maniobras de los oportunistas sin principios; las discusiones fueron acaloradas, pero nadie presentó en la Conferencia objeción alguna al Comité Central recién elegido.

Sin embargo, el día siguiente de la Conferencia y con motivo de celebrarse la primera reunión plenaria del Comité Central elegido, cinco de sus miembros se retiraron del mismo, encabezados por los oportunistas sin principios. Lógicamente, para hacer semejante cosa, se deben tener razones poderosas, de principios, que hagan que un miembro del Comité Central recien elegido abandone este organismo. Pero ninguna razón pudieron dar, salvo que su tendencia no tenía la mayoría en el Comité Central. Es más, aquel grupo de gente, preparó un manifiesto proclamándose Partido. Afortunadamente no fue jamás distribuido, entre otras razones porque los camaradas que los dos cabecillas oportunistas habían arrastrado, se dieron cuenta de su naturaleza oportunista y empezaron a librar una lucha contra ellos y a favor de la reintegración en el Partido.

La situación era grave, pues los oportunistas sin principios amenazaban con crear otro Partido, con lo cual nos hubiéramos encontrado con dos partidos, dos Comités Centrales, dos órganos de expresión, etc., lo que no haría más que sembrar la confusión, ahogar la confianza de las masas que esperaban al nuevo Partido y favorecer a los revisionistas.

Pese a que los oportunistas sin principios lanzaron desenfrenados ataques contra el Partido y recurrieron a las más viles y abominables calumnias y maniobras, comprendimos que la mejor táctica era la de acercamos a los elementos honrados que por una u otra razón seguían a esos elementos. Así se hizo y poco a poco los dos cabecillas se fueron viendo obligados a cesar sus ataques y aceptar el diálogo. Para el Partido, aún sabiendo la podrida naturaleza de esos canallas, se trataba de evitar que llevaran a cabo su amenaza de "dos partidos, dos comités centrales", y por ello se desplegaron esfuerzos enormes para ligamos a su base e incluso llegar a acuerdos con ellos que, por un lado, les impidiera su maniobra y por otro nos hiciera ganar tiempo para desenmascararlos mejor.



Finalmente, los esfuerzos del Partido dieron resultados y se logró tener una reunión con los oportunistas sin principios y los camaradas engañados por ellos. El único argumento que pudieron dar, sobre su retirada del Comitó Central, era que este no era suficientemente "representativo". Pese a que el Comité Central había sido elegido en la Conferencia, en la que cada grupo había llevado el mismo número de delegados, y por lo tanto el argumento era incongruente, se decidió, para frenar la maniobra de los oportunistas, el seguir discutiendo con ellos y ver la posibilidad de que el Comité Central fuera ampliado con la cooptación de los camaradas que ellos propusieran. Se prosiguieron las reuniones con ellos al mismo tiempo que se hacían esfuerzos por ampliar los contactos entre la base del Partido y la de los oportunistas sin principios, a fin de que las tendencias a la unidad se fueran abriendo camino y presionaran a sus dirigentes.

Tras una serie de contactos y reuniones, se acordó convocar el 1 Pleno del Comité Central, ampliado con la presencia de los cuadros de las distintas organizaciones del país, incluidos los propuestos por los oportunistas. El Pleno fue convocado para diciembre y se decidió hasta entonces hacer por parte de todos cuanto fuera necesario para no retroceder en lo ya conseguido, es decir, un sólo Comité Central y un sólo órgano de prensa. Así la maniobra de los oportunistas, quedaba desbaratada con el apoyó de sus propios miembros.

Así se llegó al I Pleno Ampliado del Comité Central, que culminó el 17 de diciembre de 19ó4, habiéndose empezado el día 13.

Los oportunistas sin principios apoyados por un elemento sobre el que pesan sospechas de que fuera un agente de los revisionistas infiltrado, al iniciar el Pleno al que asistieron cerca de cincuenta camaradas, pretendieron que había que aprobar inmediatamente, como una condición "sine qua non", la cooptación al Comité Central de todos los miembros que ellos proponían. La postura de los demás camaradas era la de, en primer lugar, fijar un Orden del Día que regularizara los trabajos del Pleno, incluyendo en ese Orden del Día el punto de cooptación de los nuevos miembros. La discusión fue laboriosa, larga y acalorada, siendo continuamente boicoteada por los oportunistas sin principios que querían, además, leer "informes" secretos. Esos informes contenían como posteriormente se pudo comprobar, toda una sarta de viles calumnias, tergiversaciones y mentiras hacia algunos de los camaradas que más habían luchado por la reconstitución del Partido.

Al ver como sus propios militantes no les apoyaban, los oportunistas sin principios se avinieron a aceptar el siguiente Orden del Día:

1.- Discusión de la Línea política. Designación de Comisiones de
trabajo, lectura de sus conclusiones y discusión sobre las . mismas.

2.- Reorganización del Comité Central.

3.- Elección del Comité Ejecutivo y del Secretariado del Comité
Central.

4.- Informes que algunos camaradas deseaban presentar.

Ya desde el principio los oportunistas manifestaron una posición obstruccionista y boicoteadora. Querían a toda costa hacer fracasar el Pleno, pero sus maniobras fueron una tras otra desechadas y poco a poco iban siendo aislados. Después de fijar las líneas generales de la Línea Política, el Pleno se dividió en comisiones de trabajo, en las que participaron todos los asistentes. También en las comisiones, los oportunistas trataron de impedir sus trabajos, pero no lo consiguieron. Uno de ellos se separó de su Comisión y elaboró por su cuenta un documento que ponía de manifiesto su total oportunismo.

No nos vamos a detener en el análisis de los documentos presentados por los oportunistas. El Pleno Ampliado, después de discutir esas "tesis" las rechazó de pleno, argumentando ampliamente el rechazo. Además, y aunque dentro del contexto fuera secundario, se habían negado a trabajar en su Comisión y en el documento que ésta había de presentar; también se habían negado a presentar su propio documento a la Comisión. Aquello constituía una clara forma anárquica de la concepción del centralismo democrático, con la que se pretendía obstruir la buena marcha de los trabajos del Pleno.

A través de la discusión política, los oportunistas sin principios se fueron quedando aislados como elementos antimarxistas-leninistas. Cuando después de la discusión del primer punto del Orden del Día, se pasó a la lectura de los informes que querían presentar, se vio que constituían un grave peligro para la seguridad de algunos camaradas, que contenían graves y viles calumnias y que era susceptible, todo él, de servir de provocación. Ante tales hechos y la actitud de esos elementos, el Pleno por unanimidad, salvo los mismos oportunistas, decidió expulsar del Partido a esos cinco individuos.

Pese a que no se profundizó lo bastante en algunos problemas, podemos calificar el I Pleno Ampliado del Comité Central como un gran triunfo para el Partido y para la revolución española. Del I Pleno Ampliado surgieron las líneas y planteamientos fundamentales de nuestra actual Línea Política y de nuestros Estatutos; se desenmascaró y derrotó a los oportunistas sin principios; se recuperó a elementos honrados engañados por éstos; se eligió un Comité Central, el Comité Ejecutivo y el Secretariado, y se tomaron toda una serie de medidas ideo1ógicas, políticas y organizativas que permitieron el verdadero despegue del Partido, su implantación y ulterior desarrollo.

Por eso, si la Conferencia de octubre-noviembre del 64 fue la Conferencia de la unificación formal, el Primer Pleno Ampliado lo consideramos como un verdadero congreso en el que se unificó realmente y sobre bases sólidas a todos los marxistas-leninistas españoles, sin que se quedaran fuera del Partido más que los oportunistas sin principios.

Por eso, cuando actualmente surgen grupos, grupitos y grupúsculos de revisionistas arropados con el manto del marxismo-leninismo, que pretenden contra toda evidencia que el Partido no existe, porque ellos no están en él, no podemos por menos que preguntarles: ¿Dónde estabais en los años del 60 al 64, e incluso antes, mientras los marxistas-leninistas luchaban dura e implacablemente y en condiciones muy difíciles contra el revisionismo? ¿Dónde estabais en aquella época cuando los marxistas-leninistas, organizados en diferentes grupos luchaban para unificarse y construir el Partido, deshaciendo todas las maniobras y calumnias de los oportunistas sin principios?

Sabemos donde estaban todos esos pseudo marxistas-leninistas, agentes conscientes o inconscientes del revisionismo: unos en los seminarios estudiando para curas, otros en asociaciones sindicales católicas; otros en las filas revisionistas combatiendo y denigrando a los marxistas-leninistas, etc. Por eso, sus actuales gritos de "unidad", de "marxismo-leninismo-pensamiento de Mao Tsetung", de "crear el Partido", etc., etc., no son más que graznidos de cuervos impotentes, hábiles en las marrullerías y en auto cultivarse; diestros en el arte de desaparecer del campo de la lucha y atribuirse después grandes batallas. Los gritos históricos de todos esos elementos, no conseguirán distraemos de nuestro camino ni perder el tiempo con ellos.

Vemos pues que nuestro joven y ya heroico Partido, vanguardia organizada de la clase obrera y las masas populares españolas, tuvo su origen en la defensa de los principios básicos de nuestra ideología, contra el abandono de la lucha revolucionaria por parte de los Carrillo y Cía.; contra la vía parlamentaria (en un país donde no existe siquiera un parlamento burgués) , por la que nos quería conducir el revisionismo; por la lucha contra la dominación yanqui y por la independencia nacional; contra la coexistencia pacífica entendida como pugna económica y abandono del apoyo al desarrollo de la lucha revolucionaria; por la militancia en un Partido leninista de nuevo tipo; en defensa del gran Stalin, como un gran marxista-leninista y un gran revolucionario; en defensa del verdadero internacionalismo proletario y la solidaridad con el Partido del Trabajo de Albania, el Partido Comunista de China y de todos los partidos que se mantuvieron firmes y fieles al marxismo-leninismo contra el revisionismo moderno.

Todas estas luchas nos condujeron a la Conferencia y al I Pleno Ampliado, que culminó el 17 de diciembre de 1964, dotando a nuestra clase obrera, a las masas populares españolas, de su Partido de vanguardia: el Partido Comunista de España (marxista-leninista). Ya título indicativo, podemos decir que actualmente somos el Partido más antiguo de los que se han reconstituido en Europa sobre l_ base del marxismo-leninismo.

El I Pleno Ampliado representó también una derrota del revisionismo en España. Por primera vez, los cabecillas revisionistas que habían maniobrado amenazando y chantajeando para evitar la reconstitución del Partido, se encontraron frente al hecho consumado. No sólo no habían podido evitar que los marxistas-leninistas denunciaran abiertamente y de manera pública a la dirección revisionista, que se agruparan y estructuraran, sino que además los distintos grupos, TODOS LOS GRUPOS, de marxistas-leninistas existentes, se habían unificado sobre bases só1idas y emprendían aun más enérgicamente, más cohesionadamente, con más profundidad, la lucha contra el revisionismo moderno tanto en el plano nacional como en el internacional.

!Sí, camaradas, el I Pleno Ampliado de nuestro Partido constituyó una derrota para la camarilla de Carrillo-Ibárruri y una gran victoria para nuestra clase obrera y para los marxistas-leninistas del mundo entero!.

De ese Pleno Ampliado surgió brioso, como un rayo de luz y de esperanza el Partido Comunista de España (marxista-leninista); el Partido que en estos casi nueve años de existencia ha librado innumerables batallas, ha deshecho todas las maniobras e intrigas montadas contra e1; se ha dotado de una dirección colectiva, cohesionada_ estable y eficaz; se ha desarrollado e implantado a lo largo y ancho de toda la geografía española y ha encabezado ya importantes luchas.

Muchos han sido los sacrificios consentidos, muchas las penalidades sufridas; nuestros militantes han derramado en varias ocasiones su sangre, ha sufrido la tortura, la persecución i la cárcel; poco a poco en nuestras filas ha ido penetrando el espíritu bolchevique, el espíritu verdaderamente marxista-leninista que hace que hoy en día contemos con un Partido capaz de basarse en sus propias fuerzas en todos los terrenos; con un Partido que ya nadie podrá destruir, !con el Partido de la Revolución!

El Partido Comunista de España (marxista-leninista), no es algo nuevo, algo que nunca había existido en España; es, por el contrario, el continuador del glorioso Partido vanguardia del proletariado español, fundado en 1920.

Nuestro Partido se mantiene fiel a sus tradiciones revolucionarias, a las enseñanzas del camarada José Díaz. Al recoger las tradiciones revolucionarias, recogemos también, como algo propio los errores cometidos en el pasado, con anterioridad a la formulación de la llamada "reconciliación nacional".

Aquellos errores los tenemos muy en cuenta para sacar las experiencias y enseñanzas que se imponen. Por ello estamos analizando toda la actividad del Partido en el pasado y, muy particularmente, durante el heroico período
de nuestra guerra nacional revolucionaria contra el fascismo. De ese período tenemos que sacar todas las experiencias y enseñanzas que encierra, sin miedo a romper con "tabús" y frases hechas; debemos profundizar aún más nuestros análisis y exponerlos claramente ante las masas populares españolas y de todo el mundo.

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